Niños que hacen yoga

Niños que hacen yoga

Niños que hacen yoga

Vicente tiene 5 años, va al jardín, le gusta pintar y andar en bicicleta. Lo único diferente en él es que, desde que su papá le mostró un libro de yoga, juega a imitar las posturas que tienen nombre de animales y también medita o intenta calmar su respiración cuando algo le molesta.

Como Vicente hay más niños y niñas en nuestro país que están familiarizados con esta disciplina que hasta hace muy poco era para algunos adultos. Y mucho se está hablando del yoga como una actividad complementaria en Jardines y Colegios que busca generar experiencias más amables para alumnos y profesores. Son bastantes los estudios que señalan los beneficios que tiene para un niño el practicar yoga, por ejemplo: Fomenta la concentración, la fuerza de voluntad, abre el camino al autoconocimiento y el respeto por el cuerpo, aumenta la autoestima y confianza.

Hoy existen colegios ya están haciendo clases o pausas de yoga con sus estudiantes en Santiago y regiones. Algunas de esas docentes están muy satisfechas con los resultados de esta innovación, como la Profesora de Educación Básica Jessica Ortega quien destaca: “Hacer pausas de yoga en el aula me permite llegar a los niños desde otro ángulo, me involucro con ellos de una forma más cercana y amable, logrando que el aprendizaje futuro sea más significativo y que el clima en la sala mejore notablemente”.

Esta misma experiencia se puede vivir también dentro de las casas, siguiendo el ejemplo de las familias que sumaron el yoga dentro de la rutina cotidiana como un momento especial de juego, donde los padres no necesitan ser expertos en yoga para guiar una sesión y disfrutar en familia.

Porque les gusta

En general, los niños son mucho más curiosos y relajados a la hora de practicar y, si cuentan con la guía necesaria, podrán rápidamente profundizar en el camino del yoga.

Para ellos, la práctica del yoga se convierte en un espacio relajado, donde nunca se pone en riesgo su autoestima, ni se lo compara, ni se lo juzga. Todo lo que se hace es hasta donde quiere y puede.

Empieza con un ejercicio de respiración

Pídele al niño que toque sus costillas con la punta de los dedos de sus manos, al inhalar por la nariz sentirá cómo su estómago se infla y se expanden las costillas. Al exhalar por la nariz, sentirá cómo sus costillas y manos vuelven a su lugar inicial. Puede repetirlo 8 veces.
A jugar!