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Aprender a leer las emociones

Aprender a leer las emociones

Aprender a leer las emociones

Sin duda la pandemia ha sido un enorme catalizador de emociones. Resulta que nuestro cerebro no tenía información previa para saber cómo responder en pandemia, y esto nos ha llevado a una nebulosa mundial, de la cual algunos escapan, otros sufren, otros la evitan y otros las surfean.

Depende de cada persona cuál va a ser el resultado de la suma cuarentena+incertidumbre, lo importante es que se decida en consciencia, porque es nuestro propio crecimiento y bienestar el que está en juego.

Las emociones cumplen un rol poderoso en nuestras vidas
Las emociones están alojadas en el cerebro medio, y sobre éste, como una capa protectora, se desarrolla poco a poco la corteza cerebral (durante nuestros primeros 24 años), donde se aloja el pensamiento y la regulación.

Desde el nacimiento, y hasta el desarrollo del lenguaje, las emociones son las encargadas de activar la señal sonora (llanto, quejidos, gritos) para avisarle a nuestro cuidador que tenemos alguna necesidad. Esto es porque el cerebro medio tiene el control por el momento. Si el adulto acude al llamado, y satisface nuestra necesidad, entonces la emoción se transforma en calma, seguridad, satisfacción, etc. Si esto se repite en el tiempo, las emociones permanentes serán: seguridad, tranquilidad, confianza, entre otras.  En cambio, si el adulto ignora la señal sonora y no satisface la necesidad, el cerebro activa la respuesta ante peligro de muerte y se desencadena una serie de funciones orgánicas destinadas a sobrevivir, por ejemplo, se secreta cortisol y adrenalina, se frena el gasto energético (disminuye o cesa el llanto para ahorrar energía), se mantiene el cuerpo en alerta, entre otras. Cuando estas situaciones son repetitivas en el tiempo, entonces las emociones permanentes serán: inseguridad, miedo, soledad, inferioridad, etc.

Estas emociones que se experimentan desde antes de nacer van modelando nuestro cerebro, formando un patrón y un molde para las experiencias posteriores. A través de la memoria, el cerebro va guardando la información aprendida, de esta manera, la próxima vez que se enfrente a una situación “similar”, ocupará el mismo patrón de respuesta.

Existen más de 300 emociones que derivan de las 4 principales: Felicidad, tristeza, miedo, ira
Conforme vamos creciendo, desarrollamos habilidades que nos invitan a nuevas experiencias y a su vez gatillan una infinidad de emociones.  Esto hace que el cerebro se nutra de respuestas y formas de reaccionar. De esta forma, el cerebro aprende y más tarde repite el patrón una y otra vez, de forma automática, así lo hayas aprendido a los 5 meses o a los 20 años.

¿Estás criando? también estás creciendo
De todas las experiencias que podemos vivir a lo largo de nuestra existencia, la crianza es, a mi juicio, una gran oportunidad para el crecimiento personal y espiritual. Desde el momento en que nos enteramos de que estamos gestando una vida, comienzan a suceder, una tras otra, situaciones que nos exponen a un abanico de emociones y respuestas guardadas desde que nacimos. La mayoría de las personas, ignorantes de este conocimiento, simplemente lo interpretamos como un momento más, y lo expresamos como “ando lenta” “el embarazo me tiene sensible” “ando llorona” “la paciencia no me dura nada con este niñito”, etc.

Aprender a leer el mensaje
La invitación que hoy te hago es a salir de esa ignorancia y prestar atención a lo que te ocurre. Las emociones tienen toda la información que necesitamos para crecer, para alcanzar nuestros propósitos, para sentirnos poderosxs.

Cuando sientas rabia, además de gruñir o gritar, detente un momento y obsérvala, reconócela: “¡ah! Siento rabia” siéntela, deja que se exprese, escúchala ¿Qué te dice? ¿Quién te habla en esa rabia? ¿A qué te invita? Habitualmente la rabia se asocia con la fuerza… ¿En qué aspecto de tu vida te sientes débil? ¿De dónde puedes sacar esa fuerza que te hace falta? ¿Qué decisión puedes tomar a partir de esto?

Estos mismos pasos puedes seguir para cualquier emoción que se manifieste. Por ejemplo, el miedo nos muestra aquello que está carente de coraje, aquello en lo que me siento insuficiente. La tristeza nos muestra aquello que nos produce soledad, nos invita a la valoración de lo que tenemos y de quienes somos. Incluso las emociones que nos proveen bienestar nos entregan mucha información para saber qué queremos mantener o fomentar en nuestra vida.

Estamos viviendo un espacio de conexión único que otras generaciones no han tenido y que hoy podemos aprovechar para conectarnos con esas emociones que siempre estuvieron escondidas ¿qué mensaje te están entregando? Toma nota, probablemente es algo que te ayudará a crecer.

Texto de:
PAULA CARMONA E.
www.educopositivo.cl
Instagram: @pacarmon


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